Para ser sostenibles hay que involucrar a la comunidad

Es ideal que las juntas de vecinos, los barrios, las villas, la gente común y corriente pueda comprender el riesgo con el que convive y cómo poder reducirlo. 

El concepto de la inteligencia para la Gestión del Riesgo de Desastres, enfocada en la sostenibilidad nace de la idea de entregar información y análisis a las y los tomadores de decisiones, uniendo puntos en torno a las distintas variables que componen o que convergen para producir un desastre.

Así lo describe Ian Gorayeb Fuentes, fundador y director de Fundación Inteligencia para la Gestión del Riesgo de Desastres (IGRD), en entrevista para Factor de Éxito.

Según el especialista, adentrarse en ese concepto muestra las vulnerabilidades, en particular la medioambiental, la económica y la social, que justamente engloban la sostenibilidad.

También resaltan el difícil acceso a la educación por lo caro o costoso y poco accesible, en muchos casos, y el poco o nulo acceso a la información para la ciudadanía en general.

No resulta lógico hablar de sostenibilidad o de desastres sino se involucra realmente a la comunidad. Por eso desde su tribuna, aportan conocimientos y experiencia para que la comunidad en general, es decir no solo los tomadores de decisiones, sino que las juntas de vecinos, los barrios, las villas, la gente común y corriente pueda comprender el riesgo con el que convive y cómo poder reducirlo.

 

¿Cuáles son los grandes logros de la Fundación Inteligencia para la Gestión del Riesgo de Desastres, de la cual es fundador?

En estos casi  cuatro años que llevamos desde que nace el portal IGRD hasta que nos convertimos en Fundación IGRD, el trabajo ha sido arduo, autofinanciado y, como buen organismo de escasos recursos financieros, hacemos de todo. Debo agradecer a muchas personas que colaboran entregando su tiempo para hacer las distintas actividades que la Fundación ha logrado.

Uno de los logros más reconocidos ha sido el Café SIN Riesgo, un espacio de webinar, que hemos posicionado, con invitados nacionales e internacionales, tratando de mostrar distintas aristas de la Reducción del Riesgo de Desastres, siendo lo más global e internacional posible.

Esta tarea, que no es fácil, nos lleva a estar buscando y contactando a distintos personajes del quehacer mundial para conversar, en un lenguaje simple y directo, y más informal, sobre cómo comprendemos el riesgo en el que vivimos y cómo lo podemos ir reduciendo.

Un segundo logro, no menos importante, es el trabajo que hemos logrado cuando los mismos profesionales que creamos y participamos de la fundación, creamos nuestro Instituto Profesional de Logística y Gestión Integral de Riesgos ILCEC.

Con este hemos desarrollado un importante aporte al mundo de la educación en Desastres, con cuatro diplomados y 14 versiones desde 2019, estando presente en plena pandemia. Además, haciendo nuestro mejor esfuerzo para acercar estos conocimientos, derribando barreras geográficas, a todas las personas, a un precio que es realmente accesible.

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¿Qué recomendaciones puede dar a nivel regional para evitar desastres naturales?

Lo primero es resaltar el hecho de que no comprendemos realmente el concepto que engloba un desastre. Es realmente sorprendente ver que desde hace un par de décadas al menos, se ha tratado de evitar relacionar el desastre con el evento natural que normalmente lo produce, por ello se dejó de hablar de “Desastres Naturales” y se habla de Desastres producidos por algún evento ya sea natural o antrópico.

No obstante, lo más sorprendente es que, a pesar de dejar de lado el mal concepto de Desastre Natural, muchas personas, autoridades y “expertos” en estas materias solo se enfocan en aquellos desastres que son ocasionados por un evento natural y uno que otro producido por el ser humano como un incendio, dejando de lado la gran cantidad de amenazas que pueden desencadenar un desastre.

Mi recomendación va por comprender realmente el concepto INTEGRAL del desastre, incluyendo sus principales variables, estas son Amenazas, Vulnerabilidades y Exposición.

Una vez que nos demos cuenta de que un Desastre, tal como lo define la misma UNDRR, es una “Seria interrupción del Funcionamiento de una Sociedad, debida a fenómenos peligrosos”, entonces comprenderemos qué puede interrumpir seriamente el funcionamiento de nuestra comunidad o sociedad.

Recién en este punto podremos tomar medidas integrales u holísticas que, por supuesto, requieren que pensemos en un mundo sostenible, ya que una parte de la sostenibilidad se basa en la forma en que nos relacionamos con el medio ambiente y el uso de los recursos; en otras palabras, vulnerabilidades ambientales, sociales, económicas y otras, que son parte de las variables que componen un desastre.

 

¿Cree que factores como la pobreza y la migración pueden haber retrasado el camino de los países latinoamericanos hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030?

Absolutamente. Pero siempre debemos mirar estos temas en forma cautelosa y sin caer en las discriminaciones y xenofobia que muchas veces pareciera englobar estos términos.

La pandemia produjo un impacto tremendo sobre nuestro planeta, generando mayor pobreza, inequidades y mayor vulnerabilidad, lo que se traduce en un retraso en cualquier política pública que haya podido mantenerse durante y post pandemia.

Los ODS aparecen como muy buenas iniciativas, pero que dependen de una fuerte voluntad política para su implementación o para alcanzarlos.

En Chile, el problema se agudiza aún más cuando a todos estos problemas se suma un difícil futuro económico proyectado para el 2023, lo que generará aún más especulación e incertidumbres, que se traduce en menos inversión y, por ende, las ya archiconocidas consecuencias de una menor inversión pública y privada.

 

¿Cuál considera que son los factores claves para gestionar el cambio de una empresa hacia la sostenibilidad?

Por supuesto y tal como siempre lo plantean las normas ISO que utilizo a modo de paralelo, es que la alta dirección / gerencia / jefatura debe involucrarse, interesarse y creer en la sostenibilidad.

Esto significa comprender el concepto de sostenibilidad en su amplio espectro, no solo declarativo, sino que se debe traducir en acciones concretas, que se pueden visualizar desde la alta dirección pasando por toda la organización, pero también incluyendo las demás partes interesadas o stakeholders, donde también es muy importante la comunidad donde esta organización está inserta.

Esto es el ejemplo más evidente de Chile, donde tenemos “zonas de sacrificio”, que son sectores con industrias contaminantes, pero que están insertas en la comunidad, y donde, cada cierto tiempo, debemos ver episodios críticos de contaminación que llevan a la evacuación o a problemas respiratorios en parte de la población.

Un segundo punto es la concienciación sobre la importancia de ser sostenibles, no solo en el impacto del estado de resultados de la organización, sino en el impacto en la comunidad y en el planeta.

Para llevar a cabo un buen proceso de sostenibilidad, de reducción del riesgo, de cambio organizacional, de implementación de una ISO y/o cualquier otro, se debe comenzar porque la alta dirección esté realmente convencida e involucrada y no contratar un servicio para “delegarlo” en otra persona.

 

¿Cree que en Chile hay una cultura en cuanto a la formación académica respecto a la gestión del riesgo de desastres?

Cultura no hay. Hay esfuerzos aislados, pero no hay una sistematización de estas materias en la formación académica. Antiguamente, existía una Operación o Plan DEYSE, que nos hacía abandonar la sala de clases ante la alarma de evacuación y formarnos en el patio del colegio. Eso se practicaba, se conocía y hasta el día de hoy se recuerda. Lo mismo ocurría con la educación cívica.

Hoy eso se reemplaza por un Plan PISE (Plan Integral de Seguridad Escolar) que, lamentablemente, parece que no es tan conocido y practicado, a pesar de los tremendos esfuerzos que hace ONEMI y Municipalidades por ello.

 

En su estrategia empresarial, ¿qué lugar ocupa la sostenibilidad?

En estos momentos, lo que más estamos tratando de enfocarnos es en mantenernos vigentes y funcionando. Nuestros programas y actividades son mayormente online, por lo que evitamos al máximo el papeleo y el trabajo de oficina, aun cuando los organismos de los cuales dependemos insisten en oficinas físicas, papelería y otros insumos poco sostenibles.

La competencia es fuerte y cambiante, sobre todo post pandemia, pero nuestros esfuerzos van por crecer e incrementar las redes de apoyo entre todas las personas que participamos de los programas de la fundación como del instituto.

Finalmente, quiero resaltar nuevamente que todas estas actividades no se pueden llevar a cabo si la organización, partiendo por sus directivos o directivas, no cree en las bondades y beneficios, no están convencidas de la importancia o solo lo ven como un elemento diferenciador, pero que alguien más debe liderarlo.

Reducir el riesgo de desastres o ser sostenibles, son actividades que requieren no solo invertir, sino que concientizar e involucrar al máximo de personas posible, para que estas actividades no queden en un bonito documento que nadie leerá o en una hermosa declaración de intenciones que no tiene un financiamiento.

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