Estamos en la era de las consecuencias

La responsabilidad de los tiempos que corren implica saber equilibrar aspectos sociales, ambientales, financieros y de correcta gobernanza.

Gonzalo Muñoz afirma que tuvo la fortuna de crecer en un entorno familiar donde el cuidado del medio ambiente era una prioridad. “Mi madre participó en la cumbre de la tierra de Rio en 1992, donde se creó la convención marco de Naciones Unidas para el cambio climático (UNFCCC), de modo que desde muy pequeño estuve conectado a la necesidad de que las personas nos concienticemos de la gravedad y urgencia del problema, así como la importancia de que nos involucremos en todas las actividades que nos permitirían resolver la crisis ambiental en la que estamos inmersos”.

Con esa sensibilidad y certeza, fue bastante natural que a la hora de emprender, pusiera el tema en el centro de la actividad, tal como lo hizo con TriCiclos, Manuia, la viña Polkura y SistemaB. En todas esas organizaciones, la lógica de reducir emisiones y restablecer equilibrios naturales está en el centro de la actividad.  Además es miembro de la junta de la Red Global de Bancos de Alimentos y ahora apoya la agenda global de Hidrógeno Verde y Agricultura Regenerativa.

Con toda razón, se siente orgulloso de ser el primer Campeón de Acción Climática de Alto Nivel de la COP proveniente del sector privado, nombrado por la presidencia de la COP chilena y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

 

¿Cuál es el rol de la transformación digital en la acción contra el cambio climático?

La transformación digital a través de las redes sociales ha tenido por un lado un rol muy valioso al expandir conocimiento, al llevar a cada pantalla imágenes de realidades que, de otra forma, nos habrían sido desconocidas a la mayoría de las personas, ha democratizado acceso a conocimiento y ha permitido que más personas participen de campañas y alcen su voz frente al que es el mayor de los problemas, ya que condiciona todas las actividades que hacemos los seres humanos. Sin la temperatura necesaria, sin posibilidad de respirar, sin agua para beber, simplemente no hay otras causas que podamos abordar. Sin duda que la era digital ha servido para empoderar a millones de personas y poner mayor presión en un cortísimo período de tiempo. Por otra parte, ha servido para dispersar noticias falsas (fake news) y generar en algunas personas la creencia de que existe algo así como “ciencia falsa” (fake science), dando a algunas personas (no necesariamente climatólogos) la especie de arrogancia de creerse más conocedor del tema que todos los científicos expertos del mundo.

Por otra parte, la transformación digital ha tenido el impacto nefasto al aumentar los residuos electrónicos, y se enfrenta ahora al desafío de que el metaverso no nos haga desconectarnos de nuestra naturaleza animal y nos haga creernos un ser virtual. La opción positiva es que nos sirva para aumentar la sensibilidad, conocimiento y capacidad de regenerar los entornos naturales.

 

¿Considera que es imprescindible tener un enfoque holístico del negocio en la era digital?

Sin duda, no logro entender el desarrollo de cualquier tipo de negocio sin un enfoque holístico tanto en lo ambiental como en lo social. El no hacerlo conlleva todo tipo de riesgos, partiendo por los regulatorios y las expectativas de los inversionistas. Pero, a su vez, el enfoque holístico fortalece a los equipos y hace que las empresas sean más valoradas por su entorno, las hace más resilientes a los diversos shocks, lo cual es clave dado lo cambiante que se han vuelto todos los entornos.

Aprender a hacerse las preguntas correctas (y responderlas correctamente) es hoy en día una habilidad fundamental a la hora de desarrollar cualquier tipo de negocio, en cualquier sector, geografía y escala.

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¿Qué significa para usted ser un líder responsable hoy día en medio de una era signada por la transformación digital?

Creo que la palabra responsabilidad (la habilidad de responder) parte por conocerse, trabajarse y dominarse a uno mismo. Educar tu propia voz interna y aprender de tus propias creencias, para luego intentar gestionarlas adecuadamente en la forma cómo te cuidas a ti mismo e interactúas con el entorno. La tentación de permitir que el ego domine todas las interacciones es algo muy real y muy peligroso. Y la verdad es que es algo que se ve muy frecuentemente en las peores expresiones en las redes sociales. En ese sentido creo que es bueno volver a lo básico, al entorno natural ayuda a evitar la toxicidad que muchas veces queda después de interactuar en algunas plataformas digitales.

 

En su experiencia, ¿cuáles son las claves que todo líder de hoy debe implementar para que su gestión sea responsable?

Adoptar la básica actitud de humildad asociada a que siempre tenemos muchísimo que aprender, y que hasta la persona menos capacitada tiene una cultura rica de la cual podemos obtener lecciones; que todo ser humano es un “legítimo otro” y que su historia es tan válida como la mía.

Que somos un animal más dentro de un ecosistema frágil que hemos alterado para el beneficio de nuestra especie, y que sin lugar a duda se nos pasó la mano, por lo tanto, tenemos poco tiempo para corregir el rumbo, con el cuidado de que ese cambio de rumbo no sea sólo a favor de unos pocos, si no que logre no dejar a nadie atrás. La responsabilidad de los tiempos que corren implica saber equilibrar aspectos sociales, ambientales, financieros y de correcta gobernanza. Hoy se necesitan líderes que manejen diversos ámbitos con conocimiento, sensibilidad, creatividad, convicción y coraje. Sin duda estamos en la era de las consecuencias y eso requiere una cultura de máximo cuidado.

Un líder responsable debe medir el impacto en todo momento, y para mi una clave ha estado en las herramientas y métricas de las empresas B. En Manuia usamos diversos sistemas que ayudan a que las empresas se vayan acercando a esa lógica de gestión, y hemos visto como en el camino van ocurriendo algunos procesos personales de liderazgo que nos llenan de orgullo y esperanza. Cuando la organización comienza a integrar métricas no financieras al impacto de la organización, suele crearse un ciclo de virtuosismo en el liderazgo, y por lo tanto se quiebra el paradigma de que el impacto debe comenzar por la sensibilidad de quien está liderando. Por supuesto es genial cuando la agenda comienza con una persona que tiene esa ética y persigue esa épica. Pero eso también puede generarse promovido por una institución financiera que le exige a la empresa incluir métricas ESG en la gestión y el reporting.

Y recuerda siempre que tanto el éxito o el fracaso no son más que impostores.

 

 “La basura es un error de diseño que debe ser resuelto”, dice la página web de TriCiclos, ¿cómo se corrige un error de estas dimensiones?

Los errores de diseño que se reflejan en la basura son múltiples. El primero de ellos es justamente el estilo de vida que acepta la lógica de la bolsa negra de basura como algo razonable y que puede crecer infinitamente. Tenemos que rediseñar ese estilo de vida, y a mi juicio eso es algo que está ocurriendo, lentamente, pero ocurre. En mis 50 años he visto como el tema del reciclaje ha pasado a ser parte de la educación de las niñas y niños en la educación básica, es parte permanente de los mensajes de las marcas, se ha posicionado fuertemente en las políticas públicas, y es algo que la gran mayoría de las personas conocen y entienden. No quiere decir que a todos esos niveles el tema esté adecuadamente abordado, ni que haya escalado en las soluciones, pero reconozco que casi nada de eso existía durante mi infancia y adolescencia.

Otros errores de diseño tienen que ver con la forma como consumimos, y el diseño mismo de lo que consumimos. Desde los materiales con que se producen muchos productos, la lógica de muchos empaques, los incentivos para que las cosas duren mucho o se deterioren muy rápido, la cantidad de cosas que pasan por nuestras manos pocos segundos o minutos y se van a la basura, o incluso productos como por ejemplo los pequeños empaques de sal, que muchas veces se entregan a las personas sin que ni siquiera los pidan, y al no necesitarlos, se van directo a la basura. El acto de diseñar un producto como eso, producirlo, muchas veces comercializarlo en cadenas que implican materias primas que se mueven a través del mundo, ponerlo a disposición de un diseño de servicio con su sistema logístico, para luego entregarlo y que se vaya a la basura, no sólo es un error de diseño múltiple, es a su vez una inmoralidad y un derroche de diversos recursos que terminan generando muchísimo daño acumulado, prácticamente sin generar valor. Ese pequeño empaque es un ejemplo brutal de la “desechabilidad”, al igual como los múltiples empaques plásticos que no son reciclables, o las montañas de ropa que se desechan producto del fast fashion, o la basura que se genera con las campañas de marketing, o los productos electrónicos que están diseñados para fallar rápido para que compres uno nuevo y deseches el anterior. Como sociedad tenemos que hacer conscientes de esa basura que pasa por nuestras manos todos los días, y hacer esfuerzos a todo nivel para reducirla a su mínima expresión. El medio ambiente no resiste que sigamos extrayendo y descartando como si la naturaleza tuviese capacidades infinitas. La capacidad natural de la tierra tiene límites, al igual que las personas, y cuando los límites se sobrepasan, como ya lo hemos hecho, algo se rompe.

 

Para el desarrollo de una economía circular, ¿es necesario fomentar una mentalidad circular? ¿Cuáles son los grandes desafíos al respecto?

El primero desafío ha sido el de dejar de creer que los temas ambientales son sólo del interés de las personas llamadas “ambientalistas”, como si se tratara de una especie de capricho de un grupo, y por lo tanto un tema del cual algunas personas pueden restarse. El aire, el agua, la temperatura que mantiene la vida en cada lugar del planeta, no son caprichos, no son ideologías, ni pueden parecer temas de unos pocos. Debe ser siempre un tema de todos los seres humanos. De modo que la necesidad urgente de parar la destrucción del entorno natural que necesitamos para vivir es un tema que debe ser absolutamente transversal y no debiéramos permitirnos que haya posiciones enfrentadas respecto de su relevancia. Imagínate que la actividad humana tuviera un impacto en el sistema solar y pudiera llegar a incidir en la opción de que el sol aparezca o no en el horizonte cada mañana. ¿Aparecerían los “solistas”? Debemos desideologizar la conversación ambiental para que sea siempre una condición base de como entendemos el progreso y el desarrollo.

Lo siguiente es que en el día a día visibilicemos todos los residuos, desde la enorme cantidad de basura orgánica que desperdiciamos, donde mucha de ella además se compone de alimentos que muchas veces aún están en condiciones de llegar a los estómagos de millones de personas en todo el mundo que están enfrentando una creciente crisis de hambruna. Tenemos un dilema ético de proporciones en el hecho de que a nivel global se están desperdiciando alrededor de un tercio de los alimentos que se producen. Eso implica presión en el medio ambiente para producir sin agregar valor, energías y recursos que se usan para no generar impacto positivo, y desperdicios que contribuyen a llenar vertederos y en su descomposición generar gases de efecto invernadero (metano) con un daño aún mayor que el del dióxido de carbono. Resolver el gravísimo problema de los residuos orgánicos me parece que es el desafío más urgente por los múltiples efectos negativos que genera en el modelo lineal, y el tremendo virtuosismo inmediato que genera en el modelo circular.

El siguiente tema que tenemos que resolver es el del plástico. Hemos visto en menos de una década como las virtudes de este material se han convertido en su peor característica. Al ser un material durable, liviano y versátil, es usado y desechado de manera indiscriminada en todo el mundo, hasta llegar a fragmentarse y estar hoy en día ya no sólo en prácticamente en cada entorno natural a modo de desecho contaminante, sino que también en gigantes “sopas de plástico” en cinco grandes zonas oceánicas, en más del 90 % de la sal marina en forma de micro  plástico, en la cumbre del Everest y en las fosas marinas más profundas, e incluso en los torrentes sanguíneos de personas y otras especies animales.

Asociado al tema de los plásticos está la industria de la ropa y calzado, por la complejidad de los materiales, pero también por el modelo de venta, uso y descarte. La simple lógica de la moda por sobre la necesidad hace que los incentivos estén puestos en usar y descartar materiales y prendas de forma indiscriminada e irresponsable. Algo muy parecido ocurre en la industria de los aparatos electro electrónicos.

Por último, tenemos el desafío de los medicamentos y material clínico, que se cruza con la necesidad de cuidar a las personas para que vivan más y en un mejor entorno, de forma que la realidad termina siendo contradictoria.

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La economía circular y la transformación digital, cada una por su lado, han dado lugar a nuevos modelos de negocios, ¿Existe un punto de encuentro? ¿Es Polkura un ejemplo de esta unión entre tecnología y sostenibilidad?

Sin lugar a duda la viña Polkura es un excelente ejemplo de un negocio tradicional que logró migrar hacia uno que incluye el impacto positivo en el producto y en su forma de hacer negocios. No sólo por tratarse de una empresa B certificada y estar constantemente trabajando para resolver las preguntas más complejas, si no por su enfoque hacia producir el mejor vino syrah, a partir del uso de la menor cantidad posible de agua (haciendo uso de todas las tecnologías a las que hemos podido tener acceso), con 100% de la energía eléctrica generada a partir de nuestra propia planta de paneles solares, y con un trabajo científico de larga data con la Universidad Austral en torno al cuidado y recuperación de la biodiversidad de la zona donde estamos. Y, a su vez, cuidando el entorno social para hacer partícipe a la comunidad de los logros y aprendizajes.

Otro sector donde se debiera observar este punto de encuentro es el área de servicios, tal como lo hemos logrado en TriCiclos con Retorna, en que la alianza con Uber Eats y varios restaurantes nos está permitiendo ofrecer que las personas puedan acceder a sus comidas vía delivery, pero sin generar los residuos en que normalmente llegan los platos que compramos.

 

Como cofundador del Sistema B, ¿Cómo ve la ruta que lleva la región para alcanzar una economía donde el éxito se mida por el bienestar de las personas y de la naturaleza?

Nuestra región tiene desafíos y condiciones muy únicas, y sin duda está pasando por un momento social y político histórico. Si analizamos el potencial de la región, sin duda hay una oportunidad gigante asociado a las necesidades de avanzar hacia una economía descarbonizada, resiliente y regenerativa en las próximas dos décadas. Lo que hemos visto en los diez años de existencia de SistemaB es que esa capacidad existe y hay una fuerza tremenda de más de 900 empresas certificadas, muchísimos académicos que forman parte de Academia B, abogados que han impulsado la ley de empresas de bienestar e interés colectivo (BIC) en muchos países de la región, Ciudades +B que articulan a la ciudadanía y las pymes, el compromiso Net Zero 2030 dela mayoría de las empresas B y sus cadenas de valor, y una seria de otras iniciativas que sirven como base para unir las acciones que se requieren para abordar esta oportunidad y dar respuestas a esas necesidades urgentes, también desde la economía y desde el comercio.