Ningún líder puede crear un equipo exitoso en solitario

Para el coach, un verdadero equipo se trata de una construcción en conjunto, basada en un propósito que permite renunciar a intereses personales y trabajar por un bien mayor.

Daniel Daza, es abogado y coach apasionado por el entrenamiento mental,  enfocado en liderazgo y cambio organizacional. “Ser abogado significa esencialmente saber observar, es decir, percibir y entender aquello que observas (...) El derecho es pensar con lógica, su fin es comprender la esencia de la interacción de las personas y el entramado social. Es por esto que para la ciencia del derecho la lectura e interpretación de los hechos es fundamental. En este sentido, yo creo que el coaching, que desde la otra orilla hermenéutica afirma que observar es construir un mapa de la realidad, le recuerda al derecho que existen múltiples opciones para intentar representar esa realidad”.

Es así como, después de aprender a leer las ficciones presentes en los códigos y coquetear tímidamente con la literatura, Daza aterrizó en el universo del coaching, donde comprendió que, “más allá de las limitaciones de nuestra percepción, construimos constantemente mapas de una realidad y vivimos en dichos mapas, pero no necesariamente en el territorio al que aspiramos representar”.

Asegura que cada sesión de coaching es una oportunidad para que la persona pueda comenzar a abrir su mente y eliminar los obstáculos que le impiden ampliar su mapa mental y acceder a una representación más completa de la realidad. “Tristemente, las personas esperan alcanzar sus metas sin cambiar su mapa mental de manera significativa”.

                                               Imagen #1

Señala que el mayor reto que enfrenta en el coaching de empresa es la falta de coherencia entre los valores enunciados en la cultura organizacional y la realidad de los comportamientos manifestados en las empresas. “La distancia entre las palabras y los hechos impide que las organizaciones modifiquen sus creencias y puedan transmitir a sus clientes los valores que pretenden representar, y así generar una identificación positiva con su marca.  El gran desafío de toda empresa es comprender que los valores son comportamientos en acción que definen quién eres y cómo quieres ser conocido dentro del mercado”.

Para Daza, el rol principal de un líder es crear el entorno adecuado para que surjan los comportamientos de alto desempeño necesarios para alcanzar las metas. “Todos estamos llamados a ejercer el liderazgo, no considero al liderazgo como un monopolio o una dignidad a la que solo unos cuantos cráneos privilegiados puedan tener acceso. Todo lo contrario, ser líder consiste en la capacidad de inspirar a los otros con nuestro trabajo, saber traducir la visión del equipo en acciones simples, comunes y cotidianas que nos acerquen cada día más al propósito del equipo. Lo que hace a un buen líder no es cuánto logra él mismo, sino cómo consigue potenciar y aumentar el rendimiento de sus compañeros”.

En su opinión la clave fundamental para contruir un propósito es dejar las necesidades individuales en un segundo plano en relación con las del conjunto. “Esa es la tarea a la que todo líder se enfrenta: ¿cómo conseguir que los miembros del equipo, que están motivados por la conquista del éxito y la gloria individual, se comprometan a entregar honorablemente su máximo esfuerzo para que sea posible el crecimiento y cumplir su propósito? En otras palabras, cómo enseñarles la solidaridad”, afirma.

Sin embargo, la evidencia empírica, recolectada en durante su trabajo como coach en empresas e instituciones, le ha demostrado que: “Creemos saber trabajar en equipo, pero hacemos todo lo contrario, fragmentamos y dividimos las tareas al punto que cada miembro ignora el propósito y la importancia de su aporte para el cumplimiento de las metas. Así es como trabajamos más preocupados por ganar un aumento que por aportar algo a la empresa. Por lo tanto, el coaching con su discurso de renuncia al ego y el advenimiento del nosotros, con sus maravillosas metáforas, todas las creencias que transmuta, con su retorno a los valores como comportamientos en acción y el profundo compromiso con el propósito, es digno de la atención de los lideres que lo admiran y, por supuesto, de aquellos que lo cuestionan”.   

Daza también es entrenador mental de deportistas y comenta que ha sido maravillosa porque el deporte es un escenario que permite probar que nada puede limitar la voluntad de la mente. “Particularmente, al comenzar a trabajar con patinadores de alto rendimiento, descubrimos que una de las principales dificultades era gestionar el dolor durante los ejercicios en la tabla deslizante. Recuerdo que, especialmente, los fondistas del Club MIDAS se quejaban del cansancio en las piernas y lanzaban tantos improperios contra la tabla, que parecían enfermos recién ingresados a la casita del dolor que, por otra parte, es el mejor grupo al que puede aspirar cualquier coach. Partiendo de un promedio de tres minutos de trabajo continuo en la tabla como máximo nivel de resistencia de los patinadores, se nos ocurrió proponer a los deportistas cambiar el diálogo interno: en lugar de maldecir la tabla, empezar a repetir amo la tabla, amo entrenar y de esa manera engañar al cerebro. También, pusimos en práctica algunas técnicas para aumentar el umbral del dolor. Poco a poco fuimos observando los cambios, tanto en la actitud como en los resultados registrados por los patinadores durante los entrenamientos. Para resumir, al terminar la cuarta semana del trabajo mental los fondistas alcanzaron a registrar entre 25 y 38 minutos de tabla. Es decir, alrededor de un indicador de mejora del 1000 % de rendimiento.  Suena un poco inverosímil, pero así sucedió. Actualmente, sigo entrenando al club MIDAS, que cada día patina mejor”, concluye con orgullo.